lunes, 14 de noviembre de 2011

Des-varíos varios




Fidelidad, hojas secas.
Combatividad, siestas estivales.
Expectativas, cartero comercial.
Perpetuidad, cañones en la sien.

Interminables cafés en compañías deseables,
es este el ideal de la comunicación?
Pásame un dátil de esos
que se me seca la boca y quiero aprovechar
para decirte todas las cosas que nunca te dije
a poder ser con la lengua pastosa.

Embriaguez, ya conduzco yo.
Desconfianza, échame una firma.
Distancia, estoy aquí.
Orgullo, tengo mi propia cuchara, gracias.

Suena el despertador y es de noche,
que mal hice para merecer esto?
Debería salir el sol
pero está en huelga de celo
porque dejamos de adorarle
para adorarnos a nosotros mismos.

Averiguaciones, cierra el cajón.
Parsimonia, sujeta ese impulso.
Inocencia, en la cola del paro.
Compromiso, eso lo serás tú.

Beber para olvidar es como escribir
para desenterrar cuerpos inertes
que nadie se molestó en autopsiar.
Son evidencias de un crimen
que se resuelve por sí sólo
mirándote a los ojos.

Constancia, esa gran desconocida.
Perspicacia, quebraron los proveedores.
Respeto, en la suela de la zapatilla.
Hostilidad, hay que desempolvarla.

Lenguas de agua turbia
en el valle de los caídos
al paso de la incomprensión.
Qué hace despegar los párpados
del blanco de los ojos
excepto la ilusión de que hoy no es ayer
y que mañana no será emocionalmente laborable?

Espumarajos, señal de convicciones profundas.
Fundamentos, se comen unos a otros.
Histeria, tremenda adolescencia crónica.
Catársis, la mía doble con hielo.

Casi llegó la tarde grisácea,
nevera vacía por pereza,
el colmo de la desgana.
Gracietas de mediodía,
para qué?
Si está nublado....

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Azufre para Desayunar




Sé que algo no anda bien
según entras por la puerta.
El tono de tu voz, 
el timbre, 
son signos inequívocos del sudor
bajando por tu espalda, 
tus manos, 
tan frío que eres capaz de ignorar
el sentido que tiene para mí llorar.

Noto en mi nuca la respiración
de tus intenciones con olor a azufre.
A mí también me vienen mal dadas
de cuando en cuando,
pero mi cara mala me la guardo
para mi espejo del salón
no para tus gin-tonics de madrugada.

Que me retires el saludo,
que no me preguntes nada,
que no te apetezca verme
por alguna chiquillada.
Que creas tener razones
para empujarme a un lado
porque dije alguna cosa
e hice la contraria.

Sentirme cuestionado
por tus juicios de mermelada
no hace más que ponerme
en estado de alerta naranja.
Qué pasa que no me conoces?
Por qué esa cara rara?
Si estoy para lamer heridas,
para bañarme en tus risas,
para cuando tenemos frío,
para cuando nos tocan la fibra, 
para las buenas y para las malas?

A todo esto soy permeable,
no creas que no me hacen mella
estas situaciones descaradas. 

No creas que no miro por la ventana
pensando en llamarte por tu nombre
y tragarme tus cortas pero afiladas,
claras pero sangrantes charlas. 
Me pone más triste tu desprecio
que doscientas historias de amor
por la rutina mal terminadas. 

viernes, 4 de noviembre de 2011

Cualquier Día





Cualquier día de estos voy a hacer una tontería
como parar un autobús a punta de pistola
y decirle que me lleve sin paradas al infierno
a ver si allí consigo vender todo el hielo
que se ha escarchado en mi hipotálamo
por dejarme abierta la puerta del cerebro.

Cualquier día de estos voy a hacer una estupidez
como saltar por un balcón decorado con geraneos,
a ver si así me doy cuenta de que no puedo volar
y se me quita esta sensación tan tonta
de que me paso la vida en las alturas
rodeado de caras duras.

Cualquier día de estos voy a salir a un limbo paralelo
con una cesta de picnic y un mantel de cuadros
y me voy a merendar todos tus despechos y sinsabores
con una mostaza picante con pimientos
a ver si así se me quitan estas ganas
de pensar en ti todo el maldito tiempo.

Cualquier día de estos voy a sacar la fregona
y me voy a poner a limpiar los pies negros
de todos los que van descalzos sonriendo
mientras pisan la hierba de los sagrados jardines
regados con lágrimas resbalando por los tallos
de los más marchitos y débiles jazmines.

Cualquier día de estos voy a atar cabos,
uno tras otro,
y voy a llegar a todas las atrevidas conclusiones
que dicen que me absolverían en cualquier juicio,
que ya pagué por todos los pecados del pasado.
Ya estoy harto de oír en el tímpano el chirrido
de las risas de los otros internos del hospicio.

Y es que cualquier día de estos aparezco
por sorpresa en tu vida, estable y tranquila,
y te sacudo todas las inseguridades sin piedad,
mostrándote lo que de verdad es mentira:
que no me insultas besándome en la mejilla,
que tienes alguna idea de quien soy,
que no me gustan las cosas sencillas,
que eres una muesca más en mi mesilla,
que no hay nada de especial en saberte única
aunque sea en mis más mórbidas pesadillas.