sábado, 31 de diciembre de 2011

El Recuerdo del Jamás




Si le doy la espalda al siempre
y miento al nunca más 
me surge siempre el depende, 
y se hace patente el jamás. 
Y si miro a los ojos al quizá 
con fingida seguridad
el resultado al final del día
es que ya todo me da igual.

Por mucho que me esfuerzo
la respuesta siempre es no. 
Por mucho que el tiempo pase 
me sigue causando dolor.
Por mucho que lo piense 
aún tengo palabras de amor 
que dicen que tú ganaste
mucho más de lo que perdí yo.

No son las promesas incumplidas, 
ni es la esperanza del adiós.
Es el tiempo que pasamos
traicionados por nuestra voz.

Creímos que éramos los únicos
hablando el idioma del volar
en un mundo de mentira
que pensamos podríamos cambiar.
Convertimos el sueño en deseo carnal, 
lanzamos los dados al aire
sin pensar en el riesgo que había
al convertir el cariño en banal.

Así nos separaron los secretos,
la desidia, 
las mentiras 
y un millar
de situaciones desesperadas
por no saber vivir 
sin tener a quien amar.

Ahora somos tan distintos 
como nuestros besos 
mucho antes del final 
y los que se dan  
dos extraños en un bar. 
Besos, 
nunca imaginamos
que nos iban a matar.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Señales Triangulares





Calor, 
calor interno, 
en la caldera del estómago
como sólo de vez en cuando se atiza
y que invariablemente acaba
con mi silueta en el suelo
dibujada con blanca tiza.

Qué soy sino una estela que se vaporiza?

Siguiendo las instrucciones
de mi manual del usuario
escrito en braille, 
con los dedos mutilados
tras horas de discusiones
conmigo mismo desdoblado,
con aire de reponsable y serio
sentado en el sofá,
casi siempre estando ebrio.

A qué recurro si el destino desemboca en pelea?

Presunciones de inocencia
sin demostrar lo contrario
al juzgar mis acciones, 
sin tener una triste ofrenda
que dejar en pago al oráculo
por sus más grises predicciones.

Dónde está la animosidad inquebrantable?

Ya he estado aquí antes,
ya he tenido este desasosiego;
ya he vivido este capítulo
que acaba pintado de negro.
Ya he visto lo que hay
detrás de este sueño ingenuo.
Ya he tomado esta bifurcación
que lleva directa al infierno.

No saber leer lleva inevitablemente al desastre?

Aún así, orgulloso habitante 
de un emocional desguace, 
buscando entre los despojos 
alguien que me abrace.
Saltando todas las señales,
todos los semáforos en rojo,
corriendo sin una pierna, cojo,
mientras se caen los pañales.

Es convertirse en adulto ser consciente de la masacre?

No sé si es que no aprendo
o que gastar energía me da lo mismo,
que me creo que puedo con todo
saltando con carrerilla al abismo.

No sé si es que ya me da todo igual
o que a todo le doy importancia.
A lo mejor vine a este mundo
a aprender todas las lecciones mal.

Tal vez es que necesite ser testigo
de todos mis actos instantáneos;
quizá sea que me estoy convirtiendo,
sin pretenderlo, en mi mejor amigo.

martes, 20 de diciembre de 2011

Mes Raruno



Hay horas, días y meses que son rarunos.

Yo estoy en un mes raruno de esos.

De esos que no sabes el día en que vives.
De esos que las horan pasan porque tienen que pasar.
Son de esos que cualquier novedad se recibe con una fiesta,
de esos en los que las celebraciones carecen de sentido.
Son de esos en los que me gustaría decirle a ciertas personas que las quiero, pero no quieren oírlo.
Son meses en los que echo de menos la inocencia del pasado.
Son de esos en los que mirar atrás es obligatorio, aunque lo que vea me parezca divertido (ahora, claro, en su momento no me hizo ni puta gracia).
De esos meses en los que no vuelo lo suficiente.
Son esos meses en los que, aunque no quiera y reniegue de su significado, hay algo dentro de mí que dice que son especiales y que en ellos puede pasar cualquier cosa.
Meses en los que parece que todo ha sido una pérdida de tiempo, pero aún así me resisto a creerlo. No quiero creerlo. No puedo. De ninguna manera.
Son esos meses en los me acuerdo de las personas que estuvieron, pero no están.
Meses en los que veinticinco años atras había una magia que no puedo explicar con palabras.
Esos meses en los que rompo alguna barrera y dejo de estar asustado.
De esos en los que, no se por qué, tengo que darle las gracias a alguien por esta vida que me ha tocado.

Meses muy curiosos, por otra parte.

Este es un mes de esos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Oído Cocina




Oigo hablar de malentendidos,
oigo hablar de ofensas.
Oigo dar forma a los recuerdos
no como son, 
no como eran,
sino como cada uno de nosotros
prefiere sacarlos fuera.

Oigo ladridos de rabia
y palabras inconexas.
Oigo un poco de la vida escapar
en cada una de mis caladas.
Oigo más reproches,
oigo más palabras insanas
que caricias en la piel
en mis orejas desgastadas.

Oigo golpes en la pared,
indescifrables por naturaleza.
Imagino que son coletazos, 
peces ahogándose fuera del agua, 
pidiendo auxilio a gritos,
demostrando que por lo menos alguien
se aferra a una vida improvisada.
Pero resulta que son sólo las quejas
por los ruidos de madrugada. 

Oigo sirenas en la distancia,
como surgen y como se apagan, 
sonando, 
no amenazadoramente, 
sí como el tiempo que se acaba.
Que raro debe de hacerse 
ver a la muerte 
venir a por nosotros
disfrazada de ambulancia.

Oigo temblores de tierra
que revuelven las entrañas
de los perros, pájaros y gatos
mucho antes de que nos demos cuenta
de que tiemblan los cimientos. 
Fijados sobre arenas movedizas,
principios inciertos,
hacen un ruido insoportable
cuando se derrumban, 
dinamitados. 
Es más fácil reconstruirlos 
según dicte la conveniencia.

Oigo demasiado a menudo
que no se puede hacer nada, 
hay que vivir con ello,
no tenemos mas ganas
de asumir y reaccionar.
Es preferible siempre
la medicina que quita el síntoma
que el dolor que al final sana. 

Oigo el cambio aproximarse,
hablándome en una lengua muerta:
el idioma de los valientes
al rehusar rendirse,
dispuestos a continuar la partida
sin miedo a perder la vida, 
sabiendo antes de empezar
que está irremediablemente perdida.

Oigo a los sueños revolverse en sus camas
por no saberse especiales. 
Por estar confundidos.
Porque nadie nunca los dibujó
exactamente como son, 
irreales,
poniéndoles esa mirada en sus ojos
que los convierte en inmortales.