miércoles, 28 de septiembre de 2011

Otoños de menos, Primaveras de más






Otoños de menos, primaveras de más. 
Parálisis inducida por protestar. 
Pinchazos en el pecho por no hablar, 
cascadas de recuerdos sin curar.
Calores internos azuzados por el azar, 
hambrientos instintos por saciar.
Secuelas de la educación preescolar 
me evocan disparates al despertar. 

Otoños de menos, primaveras de más, 
períodos estivales que contabilizar. 
Mi verano es tu invierno, 
tu candidez mi peligrosidad; 
tu inocencia se torna belleza, 
tus labios me miran curiosos, 
tus ojos me saben familiares 
pero tus palabras me las sé ya. 

Otoños de menos, primaveras de más, 
encontrando siempre al dejar de buscar. 
Escarbando en la arena, 
improvisando, 
como siempre, 
dejándome llevar. 
Haciendo de riachuelillos 
enormes fragmentos de aquel mar 
por el que me obligo, 
siempre, 
a transitar. 

Otoños de menos o primaveras de más, 
tiempos extraños de impronta castidad.
Decenas de impulsos en la mitad 
se interponen entre lo que es verdad: 
que yo no puedo y tu no estás, 
que hay un mundo entre nosotros,
que yo soy viejo y tú no eres más 
que el reflejo de mi soledad.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Perspectivas Anodinas






Menosprecio a las alturas, 
calientes espasmos de mañana 
filtrando los líquidos densificados 
por la harina de tu corteza. 
Carpetazo de salida, 
corre, 
no tienes tiempo para mentir? 
Son las mentiras de los demás 
las que te hacen derretir?

Qué hay de las perversiones, 
qué hay de las afrentas? 
Qué hay de los combates 
sangrantes a tumba abierta?
No tenemos visión de futuro, 
todo se nubla humedecido 
por circunstancias escamadas 
porque de nada estoy seguro. 

Sólo en la pelea verbalizada, 
bajo las reglas tradicionales, 
llego a tener consciencia 
de la gravedad de tus palabras.
Sólo dentro de los límites 
puestos a mis indecencias, 
a mis vicios, 
a mis carencias, 
se intuye mi verdadera esencia.

Una ducha no ayuda; 
unas sensaciones raras
recorriendo la espalda,
como queriendo decir algo, 
pero al final no dicen nada. 
Tan sólo son el reflejo 
de otra dosis de realidad 
dura, 
triste 
y mal encajada.

Aún sacando la bandera blanca 
aceptando mis miserias, 
aún teniendo en cuenta 
que me rindo, 
no hay problema, 
aún sacando todo fuera, 
no se me concede la tregua,
pues no se cogen prisioneros 
en esta innecesaria guerra. 

La amistad, 
difícil empresa
a la que nada nos liga, 
ni ata, 
después de compartir cama, 
desayunos con galletas, 
ebriedades de medianoche, 
preguntas y confesiones, 
recuerdos en la distancia, 
mentiras 
y decepciones.