domingo, 13 de mayo de 2012

Sencillamente Complicado





Que difícil se hace 
romper los moldes de papel salmón 
con los que hemos construído 
estas cajas de cartón 
en las que duermen en los portales 
las indigencias de la razón. 

Que difícil debe hacerse 
mirar a la sombra a los ojos, 
decirle que cambiamos las reglas, 
que nadie da créditos de tiempo, 
que estamos hartos de perder. 
Es la doble contabilidad mintiendo: 
no es verdad que haya 
más en el debe que en el haber. 

Que complicado se antoja 
romper ese conglomerado 
de situaciones y recuerdos, 
frustraciones y miedos, 
orgullo y prejuicios, 
presuntuosidad y pereza,  
sujetándonos contra el suelo 
para no levantar cabeza. 

Que difícil es gritar por ayuda, 
asumir que nos superan, 
admitir la derrota, 
saber que estamos 
más dentro que fuera.

Cuanta angustia al ver pasar los días 
saber que no volverán. 
Que no hicimos lo suficiente 
para hacer que mereciera la pena 
el sufrimiento más o menos gratuíto 
que conlleva la autoimpuesta condena. 

Y que fácil es 
mirarse en las vidas ajenas, 
pensar que no estamos tan mal 
comparados con esas almas en pena. 
Que sencillo resulta 
vivir sin excesos en las emociones, 
saberse relativamente estables 
tan seguros en las ambiciones. 

Que simple es negar la posibilidad, 
baldío esfuerzo supremo. 
Que poco valiente es no creer en nada, 
que falta de atrevimiento. 
Arriesgarse para qué? 
Para poner en juego seguridades 
que lucen tan bien en una vitrina? 
Qué hacemos con esos trofeos viejos, 
almacenarlos en un cajón de la cocina?   

Es que no lo sabías? 
No te lo han dicho nunca? 
Si atentamente las miras 
las heridas al final curan. 

Que fácil y que absurdo 
no ser capaces de acercarnos 
a la boca del perro rabioso 
con sus hileras de dientes 
que sabemos que no muerde 
pero nos da tanto susto 
que lo mas sencillo siempre 
es decirnos que no se puede.