lunes, 9 de febrero de 2015

Amor Eterno



Buenas tardes 
o dada la hora que es 
buenas noches 
estará bien.
Antes que digas nada
me presentaré: 
soy el amor
he venido a verte.
No es la primera
y,
dependiendo del tiempo
que falte
para el ocaso de tu vejez,
puede que ésta tampoco
sea la última vez. 

No te hagas el sorprendido, 
entiendo que estés asustado. 
Se que no esperabas verme 
antes de que cesaran 
los vientos de este marzo  
que han volatilizado 
tu tristeza del pasado. 
Se que piensas 
que debería 
haber pasado un abril 
con sus lluvias regando
tus esperanzas 
tus deseos marchitados  
y al despedirse 
con un abrazo 
daría paso a un mayo 
que portara en sus labios 
una promesa de verano. 

Se que piensas 
que es pronto para ti. 
Me disculpo, 
nunca suelo avisar 
con antelación 
antes de venir. 
Pero mírame, 
amigo mío,
lo importante ahora 
es que estoy aquí. 

Espera, 
relaja tu respiración 
tus hombros 
tus manos 
y se relajará 
tu corazón. 
No te fíes 
de tu realidad 
construída 
de recuerdos 
de los que eres esclavo 
por creer que con ellos 
estarás siempre a salvo. 
Olvídalos por un momento, 
apártalos a un lado. 
Tranquilo, 
no pienses en vano. 
Nada juzgues antes 
de intentar entender algo 
de lo que te estoy hablando. 

Sabiás que eventualmente 
nos tendríamos que conocer. 
Sé que me buscaste 
largo tiempo 
sin saber 
que nunca me encontrarías 
a no ser 
que yo quisiera antes 
deliberadamente 
dejarme ver. 

Existo 
desde tiempos pretéritos. 
Desde que el primer humano 
al que me presenté 
se sintió único 
y cayó enfermo 
de los celos 
al ver como sus semejantes,
al igual que él,
con la punta de los dedos
y sin ningún pudor
manoseaban mi piel. 

Por mí se han 
declarado guerras 
y se han matado 
poseídos enemigos 
que entre ellos 
eran hermanos. 
Por mí se ha vertido
tanta sangre 
que roja se volvió la tierra 
al igual
que ríos,
mares
y océanos.
Por mí se han hecho milagros 
y han caído grandes imperios;
se han erigido monumentos 
palacios, tumbas y templos.  
Por mí han nacido héroes 
cuyos recuerdos 
han sido escritos 
en la historia 
con letras imborrables 
para el implacable 
paso del tiempo. 

Te han hablado de mí 
otros que me conocieron. 
En realidad 
son muchos más 
los que presumen 
de haberlo hecho 
que los que, 
en verdad,
tomaron como propio
el desafío incierto
de mirarme a los ojos
ignorando el fuego
cuyo brillo azul
azuzado por el miedo
les prendió por dentro
y se entregaron,
sin condiciones
y sin lamentos,
al perfume que mis besos
iba dejando en sus cuerpos.

Así, 
ante ti me presento. 
No eres un elegido 
era cuestión de tiempo. 
Lo único que sucede 
es que para conocerme 
debes desterrar 
de tu espíritu 
la desconfianza 
el desasosiego 
en el que estás sumido 
por no tener los ojos 
lo suficientemente abiertos. 

Está en tu mano 
hacer que este encuentro 
sea anecdótico 
o se convierta en eterno. 
Es tu decisión 
pasar de largo este sendero 
o caminar por él 
dejando de mirar al suelo. 

Si decides quedarte,
si me fías tus deseos,
una advertencia he de hacerte
que derretirá tus hielos,
pues por mis servicios
has de pagar un precio.
Una única regla tengo 
y es para todos
los mortales
de obligado cumplimiento. 
Mis encantos perderán
su sagrado efecto
si pretendes encerrarme
tras barrotes de hierro
pues no hay para mí cárcel
que no conlleve
para ti
una visita sin guía
por el más triste
de los desiertos. 
Si intentas poseerme
sólo conseguirás enviarte 
a un largo destierro  
pues cuanto más me amarres 
más cabos quedarán sueltos. 
Cualquier esfuerzo
por controlar mis secretos
está destinado a morir
con los zapatos puestos. 
Así pues
no lo intentes,
te lo advierto: 
nunca podrás hacerme 
únicamente tuyo 
pues a nadie pertenezco. 

No es ese el camino, 
o al menos no es
el que yo te recomiendo. 

Debes entender 
que la propiedad no está 
entre mis fundamentos. 
Yo sólo haré germinar 
lo que tú ya llevas dentro 
la capacidad de amar 
sin que necesariamente 
ese amor te sea devuelto. 

Y has de saber 
en último término 
que no me quedaré 
aquí para siempre 
a no ser 
que me acojas 
por completo 
dentro de tu seno 
y entiendas que
para hacer de mí
un leal compañero 
el sacrificio 
necesario 
será tremendo.

Pero he aquí
la recompensa,
he aquí el premio:
si consigues 
de verdad entender 
lo que siento 
y hagas tuyo 
ese sentimiento 
a través de mí 
tu también,
querido amigo, 
te volverás eterno.