llegó un tarde de abril
de la mano de la primavera
junto con una promesa
fuxia, roja y violeta.
un acomodo provisional,
una luz parcial,
una presencia más
que no pude acallar.
nos ignoramos
mutuamente
durante días
hasta que,
a fuerza de mirarnos
a hurtadillas,
llego la curiosidad.
no se por qué o cómo,
no se por qué o cuándo,
empezamos a querernos
a fuerza de la rutina
de yo paso y tu miras,
o tu distraida y yo
entre las cortinas.
pero de alguna forma
nos unimos por azar
su tristeza era la mía,
mi alegría era su savia;
mis lagrimas la regaban
y en su tierra yerma
mis raices crecían.
y, de pronto, asi sin más,
ella se me hizo a medida
y yo me dejé conquistar.
se metio dentro de mí
y empezo a espiar.
saco sus conclusiones
y no me dio opción,
ninguna, de protestar.
y cuando quise darme cuenta
ella era mi termómetro,
ella era mi altar.
mi tristeza la marchitaba,
mi euforia la hacia intentar
salirse de su habitat natural
y buscar nuevas tierras
que poder conquistar.
y ahora, ahí está,
mirandome confiada,
sabiendo que la tormenta
acaba de pasar,
se erige con valentía
luchando con la gravedad
de alguien que sabe
lo que va a pasar.
ella no habla,
no dice nada,
pero sabe de mí
más que cualquiera
sin preguntar.
mi pequeña hierbabuena
como te voy a cortar
para hacer mojitos
si tu vida y la mía
de la mano van......
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