Si después de subir
a lo alto de la colina
cambiaste la perspectiva
para disfrutar de la vista
y tras la inevitable caída,
siempre sin querer,
te encerraste
en la comodidad
pues la bajada
te dio vértigo
por no saber qué hacer,
entonces hay vida
en ese cuerpo
en el que dibuja arrugas
un artista llamado tiempo.
Si después de ver
la oscuridad que se cierne
sobre los mortales
y que desaparece
antes del amanecer
tienes curiosidad
por ir más allá
y estás dispuesto
a arriesgar
lo que tienes
por saber más,
entonces eres persona,
hay curiosidad
recién nacida
en tu espíritu,
en tus sueños,
en tu identidad.
Si después de golpearte
con la suficiente intensidad,
hacerte daño,
ver tu sangre
manchar el suelo,
las paredes
y el cielo,
rompes tus convicciones
con la sinceridad
del que no tiene,
de verdad,
nada que perder
y las construyes de nuevo,
entonces hay en tu interior
un profeta
vestido de humildad
luchando por salir
de la oscuridad.
Pero si después
de viajar al infierno
te quedaste
con ganas de firmar
el libro de visitas,
hacerte fotos con el diablo,
disfrutar de los fuegos
y bañarte en lava ardiendo
porque has perdido
el miedo al sufrimiento,
entonces de tu dios
eres tú el templo.
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