El dolor de cabeza,
el dolor de los demás.
La curiosidad del momento,
no querer saborear
el placer del descontento.
La paz sin responsabilidad,
los escrúpulos al final.
Una comparativa vital:
yo soy yo,
y tú,
querido amigo,
tú no vales más.
Huracán bi-direccional,
ver la muerte desde atrás.
La culpa debe ser de otro,
yo no pude hacer más.
Relámpagos por la espalda
matando sin preguntar
que es aquello que hicimos,
por qué nos salió tan mal.
Costumbres populares,
dar amor con condiciones,
confundir la amistad
con intereses comunes hoy
porque mañana dios dirá.
Mantener la estadística,
besar por inercia,
plastificar caricias,
sexo de usar y tirar.
El talento de fingir,
pretender por dinero,
misterios de la vida,
un brindis por el miedo.
Buscar resquicios
en inseguridades ajenas.
Sacar de quicio,
hurgar en las penas.
El recurso del consuelo
de optar a medalla
en la olimpiada diaria
de juzgar sin pensar
con la mente cansada,
del no querer saber,
y de lo que es peor,
del no importar nada.
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