miércoles, 28 de septiembre de 2011

Otoños de menos, Primaveras de más






Otoños de menos, primaveras de más. 
Parálisis inducida por protestar. 
Pinchazos en el pecho por no hablar, 
cascadas de recuerdos sin curar.
Calores internos azuzados por el azar, 
hambrientos instintos por saciar.
Secuelas de la educación preescolar 
me evocan disparates al despertar. 

Otoños de menos, primaveras de más, 
períodos estivales que contabilizar. 
Mi verano es tu invierno, 
tu candidez mi peligrosidad; 
tu inocencia se torna belleza, 
tus labios me miran curiosos, 
tus ojos me saben familiares 
pero tus palabras me las sé ya. 

Otoños de menos, primaveras de más, 
encontrando siempre al dejar de buscar. 
Escarbando en la arena, 
improvisando, 
como siempre, 
dejándome llevar. 
Haciendo de riachuelillos 
enormes fragmentos de aquel mar 
por el que me obligo, 
siempre, 
a transitar. 

Otoños de menos o primaveras de más, 
tiempos extraños de impronta castidad.
Decenas de impulsos en la mitad 
se interponen entre lo que es verdad: 
que yo no puedo y tu no estás, 
que hay un mundo entre nosotros,
que yo soy viejo y tú no eres más 
que el reflejo de mi soledad.

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