jueves, 19 de abril de 2012

Informe de Daños




Doscientos dolores de cabeza, 
ciento cincuenta náuseas. 
Once compañeras de cama,
noventa y dos mañanas con pereza. 
Sesenta y tres maletas hechas, 
quinientas quince cafeteras; 
doce mil trescientos bostezos, 
de metallica cuarenta y un temas. 

Tantos amaneceres con vistas, 
tantas tardes improvisadas. 
Tantos ojos interceptados, 
tantos asesinatos sin pistas. 

Veintiuna noches sin dormir, 
treinta y siete uñas mordidas. 
Más de tres mil cigarrillos, 
me salté diecisiete comidas. 
Ciento dieciocho copas de ron, 
setenta y cuatro gin-tonics, 
doscientas noventa y dos cervezas: 
cuarenta y cuatro resacas, 
pocas son.

Peticiones de clemencia, 
decepciones de amistad. 
Restos de operaciones quirúrgicas, 
lastres en la conciencia. 

Doce casos de violencia explícita, 
cuarenta y seis monólogos. 
Ciento doce sueños incómodos, 
setenta y una duras autocríticas. 
Ocho nuevos humanos ilusionantes 
entre alrededor de cien aspirantes. 
Solamente tres o cuatro especímenes
con carné de impresentables.

Episodios de epilepsia imaginaria 
con tendencias suicidas de película 
suscribiendo decepcionantes desenlaces
porque al final nadie muere nunca. 

Cincuenta y seis veces llorando de la risa
unas doce achacables a la tristeza; 
de felicidad seis o siete
sólo una o dos de impotencia. 

Cinco aventuras que asustaban,
tres de ellas bien solucionadas;
una aún pendiente de revista, 
la otra casi no importa nada.

Y hoy descubro en mi cama
un cabello tuyo enredado en mi cuello
que viene a darme los buenos días, 
a decirme que no ha sido un sueño. 





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