miércoles, 28 de diciembre de 2011

Señales Triangulares





Calor, 
calor interno, 
en la caldera del estómago
como sólo de vez en cuando se atiza
y que invariablemente acaba
con mi silueta en el suelo
dibujada con blanca tiza.

Qué soy sino una estela que se vaporiza?

Siguiendo las instrucciones
de mi manual del usuario
escrito en braille, 
con los dedos mutilados
tras horas de discusiones
conmigo mismo desdoblado,
con aire de reponsable y serio
sentado en el sofá,
casi siempre estando ebrio.

A qué recurro si el destino desemboca en pelea?

Presunciones de inocencia
sin demostrar lo contrario
al juzgar mis acciones, 
sin tener una triste ofrenda
que dejar en pago al oráculo
por sus más grises predicciones.

Dónde está la animosidad inquebrantable?

Ya he estado aquí antes,
ya he tenido este desasosiego;
ya he vivido este capítulo
que acaba pintado de negro.
Ya he visto lo que hay
detrás de este sueño ingenuo.
Ya he tomado esta bifurcación
que lleva directa al infierno.

No saber leer lleva inevitablemente al desastre?

Aún así, orgulloso habitante 
de un emocional desguace, 
buscando entre los despojos 
alguien que me abrace.
Saltando todas las señales,
todos los semáforos en rojo,
corriendo sin una pierna, cojo,
mientras se caen los pañales.

Es convertirse en adulto ser consciente de la masacre?

No sé si es que no aprendo
o que gastar energía me da lo mismo,
que me creo que puedo con todo
saltando con carrerilla al abismo.

No sé si es que ya me da todo igual
o que a todo le doy importancia.
A lo mejor vine a este mundo
a aprender todas las lecciones mal.

Tal vez es que necesite ser testigo
de todos mis actos instantáneos;
quizá sea que me estoy convirtiendo,
sin pretenderlo, en mi mejor amigo.

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