jueves, 11 de octubre de 2012

Bedtime



La cama deshecha, 
nadie abrió las cortinas. 
Almohadas como piedras: 
la canción de cuna 
era la asesina. 
No esperaba a nadie, 
era una cama vacía. 

No tenía, por no tener, 
ni los muelles boca arriba. 
Hundida en el medio, 
los pies siempre sobresalían. 
Tenía ese olor a almizcle, 
esa humedad que sabía 
a pasado siempre presente, 
a futuro que prometía. 

No invitaba ya nada 
a tumbarse encima; 
ni por el aspecto desvencijado 
ni por haber dado cabida 
a tantas batallas de cuerpos, 
a tantas siestas perdidas, 
a tantos insomnios perennes, 
a tantas promesas podridas. 

Alguien dictó sentencia 
un caluroso día; 
la bajaron entre cuatro, 
en el ascensor no cabía. 
Y antes de partir 
al cielo de las camas, 
pasó varias noches dormida 
en el sombrío purgatorio 
de aquella gris avenida. 

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